

Twelfth Night
Season 2 Episode 9 | 1h 13mVideo has Closed Captions
Secrets are revealed as Carlos and Ana's relationship grows stronger.
Secrets are revealed as Carlos and Ana's relationship grows stronger. Clara takes driving lessons from Lucas after Mateo refuses to let her drive his car. Cristina hosts an eventful Christmas party.

Twelfth Night
Season 2 Episode 9 | 1h 13mVideo has Closed Captions
Secrets are revealed as Carlos and Ana's relationship grows stronger. Clara takes driving lessons from Lucas after Mateo refuses to let her drive his car. Cristina hosts an eventful Christmas party.
How to Watch Velvet
Velvet is available to stream on pbs.org and the free PBS App, available on iPhone, Apple TV, Android TV, Android smartphones, Amazon Fire TV, Amazon Fire Tablet, Roku, Samsung Smart TV, and Vizio.
Providing Support for PBS.org
Learn Moreabout PBS online sponsorship-Enhorabuena.
-¨Enhorabuena?
¨Por qué?
-Rosa Mar, hija, la boda.
-Los mayores sois un lío.
Tú querías a la tía Rita y ella a ti.
Rosa, ¨te quieres casar conmigo?
-¨Tú eres?
-Clara.
-Clara está conmigo.
¨De acuerdo?
-Desde que éramos pequeños, me has quitado todas las novias.
-Tú lo has dicho, éramos pequeños.
Era un juego de críos.
-Estas Navidades las pasaremos todos juntos en la casa de Baqueira, como la familia bien avenida que deberíamos ser.
-Por mucho empeño, hay cosas que no pueden forzarse.
-¨Cómo ha ido?
-Tu padre quiere que pasemos las Navidades con él, con Enrique y Bárbara, la familia feliz.
-No te puedes llegar a imaginar lo retorcida -que puedo llegar a ser.
-Lo tuyo con Patricia se acabó.
-Patricia es trabajo.
Estando a su lado, -controlo sus acciones.
-Quizá era lo que pretendías, pero esa niña te hace contigo lo que quiere.
-Eso no es cierto.
-Déjala y recupera a tu mujer.
-Yo también tuve que renunciar a un hijo.
Me quedé embarazada del hermano de don Rafael.
Negó que él fuera el padre y desapareció.
-Pero esa historia no es así.
-Sigo enamorado de ti, Ana.
Nunca ha dejado de estarlo.
Vámonos de aquí, por favor.
-Carlos, sabes que siempre he estado muy condicionada por la anterior relación que tuve, y ya es hora de que sepas quién es.
Es Alberto, Alberto Márquez.
[♪ música animada] -Queridos Reyes Magos, este año he sido muy bueno y me he portado muy bien.
He hecho todo lo que me ha dicho mamá: me he ido pronto a dormir, me he comido todas las verduras.
Por eso quiero que me traigáis muchos regalos para las galerías, que vendan mucho, y para el tío Jonás, pues una novia, que dice papá que lo necesita mucho.
-Luisa, hola, feliz año.
las amigas de la tía Rita y para la tía Rita, que tenga mucho trabajo y que nunca les falte de nada, que siempre se porta muy bien conmigo y últimamente se le ve un poco triste.
-Hola, Rita.
-¨Esa es la cantidad de encargos que tenemos?
-Hija, las fiestas, -¨qué quieres?
-Serán para otros, porque lo que es aquí, poca fiesta.
-Anda, deja de quejarte, que ya lo hago yo.
Cuando vengan los Reyes este año, cargaditos, ya verás qué gusto te da.
-Cómo no traiga modistas nuevas.
[golpes a la puerta] -Hola.
[risas] -¨Qué?
Un chiste, ¨no?
-Nada.
-Sí.
Nada.
-¨Cuál, cuál, cuál?
-Venga va, que nos reímos aquí todos.
-Que no.
-¨Sabes aquel...?
Quería un vestido de lentejuelas con choricillos y morcijuelas.
Bueno, ¨eh?
Sabes, buenísimo.
-Trabaja, anda, trabaja.
-¨Y para mí?
Para mí, nada.
Ahora que mamá y papá se van a casar, ya tengo lo que más quiero: una familia.
-¨Y la comida?
-En el restaurante de Joaquín, -que nos hace buen precio.
-¨El alojamiento?
-En casa de mi madre, que dice que nos hospedemos ahí.
Entre eso y el hostal, lo tenemos apañado.
-¨Y tú traje?
-No lo sé.
No lo sé.
Rosa María, de verdad que no lo... -Lo sabía, Pedro.
-Es que no tenemos que ir con prisa.
No tenemos fecha para la boda.
El padre Cosme todavía no ha llamado.
-Bueno, pero está a punto.
No te me despistes, Pedro Infante.
-No te me despistes.
-Vale, vale, vale.
-¨Qué ha pasado, hijo?
-Papá, que hecho la carta -de los Reyes?
-Muy bien.
Has pedido muchas cosas.
Muy bien.
Tú pide que por pedir que no falte.
¨Vale?
Tú no te preocupes, que yo me encargo de echarla.
Venga.
Hablando de echar, todo el mundo fuera, -Ay, ya nos vamos.
-Vamos.
[♪ música navideña] -Clara, pero ¨cuántas veces te he dicho que toques -antes de entrar, hombre?
-Y que cierres -la puerta después.
-Perdón, perdón, perdón.
Pero, qué soy, no pasa nada.
A mí no tenéis que ocultarme nada.
-Pero a todos los demás sí.
Que se entere mi primo que estoy aquí y no le he dicho nada y vamos, me echa de la galería.
-Ah, bueno, sí.
Fíjate tú.
Bastante preocupado está él con los preparativos de la boda como para pensar en ti.
Ay, perdona, Rita, que no quería recordar... -¨No querías qué?
-Nada.
Tú cose y calla.
-Oye, chicos, que tenemos muchos pedidos y andamos todo el día calle arriba, calle abajo, cargados de vestidos.
Un día nos van a pillar.
-Eso es porque no tenéis un repartidor.
Pero yo puedo encargarme de eso.
-¨Tú?
-Sí, yo.
No te rías, que ya sé que no tengo mano para coser, pero puedo ser transportista.
-Clara.
No tienes mano para coser, ni tienes coche, ni carnet de conducir -para ser transportista.
-Pues me lo saco.
Que no puede ser tan difícil, si todos los hombres conducen.
Ya lo estoy viendo... "Transportes Montesinos".
No se hable más.
Me saco el carné de conducir.
Luego os veo, que tengo que trabajar.
Ni caso.
Antes de que salga del ascensor.
Se lo ha olvidado.
-Mateo, tengo que pedirte un favor.
-Oh, para mi Clarita, lo que sea.
Tú pide por esa boca y lo tendrás.
-Quiero aprender a conducir con tu coche.
-¨Qué?
A conducir.
¨Para qué quieres tú conducir?
que pidas dicho por esta boca y lo tendré.
Pues quiero aprender a conducir y punto.
Seguro que con tu cochazo aprendo en un abrir y cerrar de ojos.
-Pero vamos a ver, Clara, un momento... Si yo lo haría encantado, pero piénsalo.
Teniendo a mí, tú no necesitas un coche para nada.
Yo te llevo donde tú quieras.
-¨Y si quiero ir a algún sitio sola?
-¨Sola?
¨Dónde quieres ir tú sola?
Pudiendo ir con alguien como yo, quiero decir.
-¨Qué es?
¨Porque soy mujer?
¨Qué crees, que voy a estrellar tu coche?
Anda, Mateo, ¨qué te cuesta?
-No me cuesta, si lo hago por ti.
Que no quiero que tengas ningún accidente.
Tú sabes lo peligroso que es un coche.
Que pinchas una rueda, se te va al volante, tomas mal una curva y... !
pam!
Si te he visto, no me acuerdo, Clara.
-Feliz año.
lberto.
-A No sabía que llegabais hoy.
-Felices fiestas, Mateo.
-¨Qué tal por Baqueira?
¨Mucha nieve?
-Todo el día con los esquíes puestos.
-¨Todo el día, Todo el día?
Algún ratito nos los hemos quitado, que teníamos otras cosas que hacer.
-Alberto, estas mujeres están desatadas.
-¨Qué tal han ido las cosas por aquí?
-Estamos hasta arriba de trabajo.
Estas Navidades estamos vendiendo más que nunca.
-Pues tranquilo, Mateo, que todavía algo de fiesta vas a tener.
Mañana celebramos nuestra fiesta de Reyes y, como siempre, habrá roscón y migas de doña Concha.
-!
Qué bien!
-Pero mientras tanto, -a trabajar.
Te veo en casa.
-Sí.
La presentación de los uniformes está a la vuelta de la esquina y tenemos mucho que preparar.
-Vosotros y Enrique, claro.
-Claro.
-Habéis pasado unos días muy buenos en Baqueira, estaría bien que se convirtiera en la tónica.
-Seré un buen chico.
-Nada de discusiones.
-Nada.
-Adiós, Mateo.
-Adiós.
Le aseguro que todas las fiestas son iguales.
Las ventas han sido siempre magníficas.
-Y todavía nos faltan los Reyes.
Con un poco de suerte, con estos dos días, venderemos más que el resto del año.
-Dentro de unas horas se incorporarán los refuerzos habituales para esta campaña.
-Está todo bajo control.
-¨Cómo que refuerzos?
No nos podemos permitir un gasto extra ahora que estamos remontando el vuelo.
-Don Enrique, después del trajín que han supuesto las ventas navideñas, los días que faltan para Reyes pueden ser un tiempo incontrolable.
Hágame caso.
Llevo muchos años en esta empresa.
-Emilio, hágame caso.
Para lo único que ha servido la experiencia en esta empresa es para arruinarla.
-Buenos días.
Buenos días.
Enrique, te estamos buscando.
Tenemos que hablar de la colección cuanto antes.
-Emilio y yo estábamos despachando los Reyes.
-Don Enrique me hace saber que no podemos contar con el personal de apoyo.
-Vamos a tener que renunciar.
-Enrique, no sabes cómo son estos días aquí.
Apañarse no es la opción.
-Es una oportunidad perfecta para controlar el gasto.
-Enrique tiene razón, Emilio.
Este año tendremos que dejarlo pasar.
-Bien.
Voy a hablar con los refuerzos.
Deben estar a punto de llegar.
Veré lo que puedo hacer.
-Muchas gracias.
-Gracias por haberme apoyado en esto.
Estoy convencido de que juntos llegaremos mucho más lejos.
Os espero arriba.
-Qué suave está este, ¨no?
-¨Alberto Márquez?
-¨Lucas?
¨Qué haces aquí?
-Menudo negocio tenéis montado.
-Va bien la cosa, ¨eh?
-¨Lucas, Lucas?
-El mismo.
!
Alberto!
!
Albert!
[risas] -¨Cómo estás?
-Bien, como siempre.
Con moderada solvencia.
-Acompáñame al despacho.
¨Pero cómo no me has dicho que tu hermano estaba aquí?
-Sí, te lo dije.
-Todo como siempre, de acá para allá con mis fotos.
-Pues dentro de nada tenemos una presentación.
Estaría muy bien que le hicieras las fotos -a las modelos.
-Alberto, no.
-Será un lujo para las galerías, ¨o no?
-Mi hermano hace otro tipo de fotografía, menos elegante.
Le pones una modelo enfrente y seguro que se derrite.
No te ofendas.
Las cosas no cambian.
-No hagas caso a mi hermano, Alberto.
Si lo dices en serio, me encantará hacer esas fotos.
-Hecho.
-Alberto, no es buena idea.
-No te pongas nerviosa.
-No estoy nervioso.
-Sí, estás bastante nervioso.
-Un poquito nervioso sí que estás.
-Prometo no acercarme demasiado a las modelos.
-Sé que ese es tu terreno.
-Hola, Lucas.
-Clara.
-Hola, Clara.
-Mateo, ¨tienes un segundo?
Mateo, qué efusividad.
-No hay que esconder nada.
Todo el mundo lo sabe ya.
-Bueno, Clarita, cuéntame.
-¨Aquí?
-¨Por qué no?
Dime.
-Es sobre las clases.
-¨Qué clases?
-Pues que quiero aprender a conducir y me gustaría que Mateo me enseñara, pero no le veo yo muy por la labor.
-¨Con su coche?
Pero si no le deja el coche ni a los aparcacoches de los restaurantes.
-Bueno, es que realmente el coche de Mateo es un cochazo y es muy arriesgado, Clara.
Yo, si quieres, te puedo enseñar.
No es tan bueno como el coche de Mateo, pero para empezar te sobra.
-¨De verdad que me enseñarías a conducir?
-Qué tontería.
No vamos a molestar a Lucas por eso.
No se hable más.
Aprenderás con el mío.
-Genial.
-Clara.
-Por supuesto.
-Como me arañe el coche.
-No va a pasar nada.
Clara es una chica muy lista, ¨no?
-La primera clase, por favor, nos la tienes que explicar esta noche en el Pusa.
-A las 10:00.
-A las 10:00.
-Hermanito.
[♪ música divertida] -¨Raúl?
-Ah, hola, Enrique.
No te había visto.
Bueno, ¨qué tal Baqueira?
Aquí es un paraíso en estas fechas.
-El cielo en la tierra.
¨Cómo van los diseños?
-Bien.
Muy bien.
Muy bien.
Pronto te enseñaré algo.
-Eso fue lo que me dijiste la última vez.
Y de eso hace dos semanas.
¨Cuándo es "muy pronto"?
-Bueno, sabes que en estas cosas nunca se sabe a ciencia cierta, porque la moda, como cualquier arte, necesita de inspiración y la inspiración no entiende de tiempo.
-La inspiración no, pero yo sí.
Quiero ver algo al final del día.
¨Te parece bien?
-Me parece bastante precipitado, la verdad, al final del día.
Pero bien.
Bien.
Al final del día te enseñaré algo.
Te vas a quedar helado con lo que te voy a enseñar.
-Vengo de Baqueira.
Estoy hecho al frío.
[♪ música divertida] -¨Cuál es el más caro?
Perfecto.
Me lo llevo.
Patricia, querida.
¨Cuánto tiempo?
-¨Qué tal las vacaciones, Bárbara?
-No podían haber sido mejores.
¨Y las tuyas?
Creo que no has estado muy acompañada, ¨verdad?
-Bueno, hay que saber disfrutar de la soledad.
-Pues no te preocupes, porque te vas a hartar de disfrutar.
Chicos.
Me voy a comprar un par de cositas más.
-¨Cómo estás?
-Sorprendida.
Acabo de cruzarme con Bárbara.
No sé quién llevaba más bolsas, si ella o los dependientes que le acompañaban.
-Eso quiere decir que lo que vendemos es bueno.
Bárbara tiene buen gusto.
oco has tardado en volver bajo sus faldas.
-No te tenía por alguien tan inocente.
¨O te tengo que explicar la importancia de las apariencias?
-¨No has vuelto con ella?
-Sí, pero eso no significa que no quiera seguir teniéndote cerca.
-¨Cómo de cerca?
-No tanto.
Eso se ha acabado.
-¨Ah, sí?
-Patricia, no te he valorado por el sexo, o al menos no solo.
Eres rápida, inteligente, astuta.
Una de las personas con más capacidades para dirigir esto.
-¨De verdad crees que regalándome el oído vas a conseguir que olvide que me dejaste tirada en cuanto Bárbara apareció?
-Tú y yo hacemos un buen equipo, en todos los sentidos.
-Papá te ha amenazado con unos azotes si te portas mal.
No me lo puedo creer.
No me lo puedo creer.
-Tarde o temprano vas a dirigir estas galerías y lo único que quiero es que, cuando eso suceda, me dejes estar a tu lado.
-Uy, uy, uy.
Alguien se ha portado -muy bien este año.
-Más bien, alguien se ha portado muy mal.
-¨Así es como va a ser?
¨Enrique va a conseguir tu perdón con cuatro trapos?
-No.
Así solo consigue tranquilizarme.
El perdón le va a costar mucho más.
-¨Y qué vas a hacer?
-Nada.
¨Qué pretendes, que me separe?
Mateo, no puedo.
Y aunque pudiera, no lo haría.
Chicos.
No soy la única que ha cambiado.
-15 minutos esperando.
15.
Y ni un solo vendedor se ha acercado a atendernos.
-Lo siento muchísimo.
En estas fechas estamos desbordados.
¨Me permiten un segundo, por favor?
Ignacio, atienda a esos señores y hágales el 10 % de descuento en todo lo que compren.
-Faltaría más, Don Emilio.
-Gracias.
Con permiso.
-¨Todo bien, Don Emilio?
-No, no.
os empleados no dan abasto.
Los clientes lo notan.
Hemos recibido varias quejas a lo largo del día.
-No podemos permitírnoslo.
-Lo que no podemos permitirnos es contratar refuerzos.
Creo que he sido bastante claro al respecto.
-Creía que las cuentas estaban más saneadas.
-Y lo están.
Pero si queremos una presentación que satisfaga a Sara Ortega, no caben gastos extras.
Todo el dinero tiene que ir en la presentación.
Airsa es la prioridad.
-Cliente que se queja es cliente que no vuelve, Enrique -Tiene razón.
-Si no podemos contar con refuerzos de fuera, tendremos que buscar la solución dentro.
¨Y si subimos a las modistas a tienda?
Dejemos las justas para que sigan con los uniformes y el resto que ayude a los vendedores.
Pagarles un pequeño suplemento será mucho más barato que tener que contratar nuevos empleados.
-¨Y los arreglos?
-Ahora mismo, lo más importante son los pedidos.
-Muy buena idea.
Alberto, ocúpate de dar la orden abajo.
-Necesitamos que ayuden a sus compañeros dependientes y cualquier duda o problema que tengan, Don Emilio estará encantado de poder atenderles.
-Pero Alberto, ¨cómo vamos a trabajar en el taller sin chicas?
-La presentación de los uniformes de Airsa está a la vuelta de la esquina.
-Confíen en mí, por favor.
-Bueno, pues en ese caso, solamente podríamos prescindir de ellas 24 horas como mucho.
-Será suficiente.
Y no serán todas.
-En todos los años de esta empresa, jamás hemos desatendido el taller.
-Si lo hacemos mal, nos despedirán.
[murmullos] -Señoritas, por favor.
Don Alberto, las chicas no están formadas -para atender al público.
-La decisión está tomada.
Además, no se preocupen, no vamos a despedir a nadie.
Es más, se les pagará un suplemento cuando terminen las fiestas.
-Las elegidas para trabajar mañana como vendedoras son Pepita, Inés, Laura y Rita.
Pueden pasar a recoger sus uniformes a lo largo del día y mañana por la mañana, a primera hora, deberán estar en la tienda.
Muchas gracias a todas.
-Ya lo han oído.
-De aquí a mañana yo tengo que aprender.
[♪ música animada] -Pero, y éste.
-¨Les importa si echo un vistazo?
-No, claro que no, Don Alberto.
-Disculpa.
-Esta es para la capa y la falda.
Y este sería el forro para la chaqueta.
Son telas de primerísima calidad.
-Sara Ortega vendrá hoy.
Me gustaría que tocara estas maravillas.
-Sí, cuando quiera.
-Son preciosas, Doña Elena.
Muchas gracias.
No sabe cuánto me alegro de que esté aquí con nosotros.
-Yo también estoy feliz.
-Qué tengan buena tarde.
-Igual.
-Doña Elena, vuelvo enseguida.
-Sí.
-Alberto, gracias por el regalo.
No tenías por qué haberlo hecho.
-Claro.
Siento lo que pasó antes de marcharme.
No quería incomodarte.
-No, no te preocupes.
Sé que no volverá a pasar.
-Claro.
Sé que han pasado muchas cosas últimamente, Ana.
Pero ¨tú no has tenido ganas de hacer lo mismo?
Dejarlo todo y marcharte conmigo.
-!
Alberto!
!
Ana!
Feliz año a los dos.
-Feliz año, Sara.
-Feliz año.
Estábamos hablando de usted en el taller.
Han llegado las telas.
Puede pasar a verlas cuando quiera.
-Mejor subírmelas al despacho.
Gracias, Ana.
-¨Qué tal han ido las vacaciones?
-Nunca me han gustado las conversaciones de ascensor.
Es alguien que está casado con la mujer perfecta, enamorado de su empleada más atractiva y pasando un buen rato con su socia.
-¨Qué siente?
-Sara, lo del otro día... -Tranquilo.
Ya te lo dije una vez.
No he caído rendido a tus pies aunque nunca te haya interesado, Alberto.
Yo también tengo una vida.
Pero de qué sirve si no dejas que de vez en cuando te sorprenda?
Después del desfile me gustaría convocar a todos los medios a un cóctel.
Y, por supuesto, todos los directivos de la agencia estarán también invitados.
Gracias, Mateo.
Aunque puede que el hall se nos quede pequeño con tanto compromiso.
¨Sabemos de algún club que se puede alquilar -para la ocasión?
-Lo que no sabemos es si Enrique estaría dispuesto a pagar todo esto.
Pensé que era Alberto el que se encargaba de mis uniformes -y no Enrique.
-¨Hablando mal de mí a mis espaldas?
¨Qué tal, Sara?
¨Cómo estás?
-Ultimando los detalles de la presentación de los uniformes con tus socios, pero parece que no les gusta lo que oyen.
-No, no.
Nos gusta tu propuesta, Sara.
Lo que no sabemos es si nos la vamos a poder permitir.
-¨Por?
-De qué se trata?
-Desfile ante el público y medios, entrevistas, sesiones de fotos, cóctel, fiesta multitudinaria.
¨Sigo?
-¨Eso es lo que quieres?
Bueno, la felicidad de nuestros clientes es la prioridad absoluta.
Adelante con ello.
-¨Que si tú alguna vez has sentido eso?
Pero Don Alberto vive en otro mundo.
-¨Y tú, qué le has dicho?
-Pues nada.
Qué le voy a decir?
E l está casado y yo estoy con Carlos.
No quiero ni seguir -con esa conversación.
-Haces bien.
[timbre de teléfono] Te están llamando.
No lo va a coger nadie.
-Yo te veo luego que tengo que seguir trabajando.
-No se preocupe, señoritas.
Ya voy yo.
Que tenemos a Rita para todo.
Galerías Velvet.
Dígame.
Hombre, Padre Cosme.
¨Cómo está?
Soy Rita, Rita Montesinos.
Ah, pues bien, tirando.
Bueno, ya sabe.
¨Con Pedro?
Ah, para la fecha de la boda.
Claro.
Pero un momento, ¨a usted no le han dicho nada?
Pues que no va a haber boda.
Como lo oye.
Porque Pedro y Rosa Mari rompieron hace dos días.
Sí, sí, sí, sí.
Pues cosas de enamorados.
Así que... Bueno, la cuestión es que no va a haber boda.
Así que si le quiere dar la fecha a los sombrilleros no hay problema.
No, no, no.
No se preocupe porque ya les digo yo cuánto lo siento.
Bueno, hasta más ver.
Padre Cosme.
-¨Era el padre Cosme?
-Pues sí... No, no, no, no.
No era el Padre, Padre.
Era un monaguillo que llamaba de su parte.
Porque... ¨El Padre Cosme está enfermo?
-¨Enfermo?
¨Cómo de enfermo?
-Mucho, vamos, muchísimo.
Que le han dado unas fiebres con un virus rarísimo y que el pobre... pues mínimo tiene para tres o cuatro -meses en cama.
-¨Tres o cuatro meses?
-¨O un año?
Porque con los virus, -como son tan chiquitillos... -Son chiquitillos, -chiquitillos.
-Pues no se sabe.
Así que ha cancelado las bodas hasta verano, mínimo.
-Yo me muero.
-Ya me sabe mal, mujer, pero vamos, que tampoco os ibais a casar mañana, ¨no?
-Claro que no, Rosa María.
Nosotros tenemos que estar listos y preparados, ¨no?
-No, no, no.
Esto tiene que tener una solución.
-Esto lo arreglo yo.
-No, no, pero... No llames al padre Cosme, que está enfermísimo.
-Bueno, tú tranquila.
-Déjale descansar.
-Madre mía.
Madre mía.
-¨Qué?
-Pues que la he liado un poco.
Bueno, un poco más de un poco.
!
Ay Dios mío, que de esta no salgo viva!
-Pero, por Dios, cuenta.
-Llamó el padre Cosme, el de la Iglesia de la Concepción de ahí del pueblo.
Pues, que quería hablar con Pedro sobre la boda.
Y le he contao que estos no se casan.
-¨Qué?
-Y a ellos que el padre está en las últimas.
Total, que he anulado la boda.
!
Ay, qué horror!
Soy la peor persona del mundo.
-Madre.
-Bueno, hija, ¨qué quieres que te diga?
A mí no me parece tan mal.
-¨No?
-¨Tú no querías que Pedro y Rosa Mari se separaran?
Pues ya está, hecho.
Y a lo hecho, pecho.
-Hombre, visto así... -Rita, yo te entiendo.
Que a mí me hubiera encantado que Cristina hubiese desaparecido del mapa.
Pero, ¨tú sabes lo que has hecho?
-Ya, ya lo sé.
Me he equivocado y lo voy a arreglar.
¨Cómo?
No sé.
¨Cuándo?
Tampoco, pero... dadme tiempo, que voy a encontrar -el momento y el valor.
-Señoritas, Clara, ¨preparada para meter marchas?
-Hasta luego, chicas.
¨No me ibas a enseñar a conducir?
-Vámonos, anda.
-Ya luego.
Sí, sí, sí, sí.
-No te preocupes.
-Vamos a empezar por el principio.
-Esto es un coche.
-A ver, que no soy idiota.
-¨Arranco ya?
-No, no, no, no.
Clara, sin ninguna experiencia conduciendo.
Vamos por partes.
Paso número uno: el asiento.
Bastante cómodo.
-¨Llegas bien a los pedales y al volante?
Muy bien.
Los espejos.
Tienes que ver todo lo que hay a tu alrededor.
Si no es así... Muy bien.
Muévelo.
Perfecto.
¨Qué haces, Clara?
-Chico, que me he visto los labios hechos un asco.
Y así no voy a ningún sitio, ni andando ni en coche.
-Dios mío, dame fuerzas.
-No te empieces a quejar que es un momentito.
-Ya está.
-Los pedales: acelerador, freno, embrague.
-Un momento, un momento, que eso es un lío.
¨Esto es el embrague?
-¨Y para qué es?
-Para cambiar las marchas.
Por ejemplo, para arrancar.
Dejas pisado el embrague y muy poco a poco, muy poquito a poquito, lo vas soltando y vas apretando el acelerador.
-Poquito.
-Embrague, acelerador.
-¨Arranco?
-Sí.
-¨Pero qué pasa?
Esto no va. -O el coche se ha estropeado por arte de magia o tienes el freno de mano puesto.
-Mateo, ¨eso no me lo has explicado?
-¨Dónde está ese chisme?
-Está aquí.
Yo lo bajo.
¨Lista?
-!
Ay, ay, ay, ay, ay, ay, ay, ay, ay!
-¨Qué ha pasado?
-Tenías una marcha puesta.
-¨Qué marcha?
-A este paso, -la marcha fúnebre, hija mía.
-Mira, Mateo, es que estoy harta ya de tus ironías.
No me lo estás explicando bien.
-Clara.
La conducción no es lo tuyo.
A ti, como el resto de las mujeres, lo que necesitas es que alguien te cuide, que te lleve a todos los lados, que te trate como una princesa.
¨Qué digo como una princesa?
Como una reina.
-Se acabó.
Ya no quiero aprender.
-Nos volvemos.
-Clara.
-He dicho que nos volvemos.
-Muy bien, pero llevo yo el coche, ¨no?
-Doña Elena, -Sí.
-¨Tiene un segundo?
-Claro.
-Bueno, quizás no sea el mejor momento, pero...
He estado pensando en lo que hablamos el otro día.
-Sí.
-Quiero encontrar a Esteban.
-Yo no quería poner tu vida patas arriba.
-Lo sé, lo sé.
Pero no puedo seguir haciendo como si no existiera.
Quiero verle.
Quizás ya no tenga sentido, pero si no lo intento, me voy a arrepentir toda la vida.
-¨Estás segura?
-No.
Pero nos debemos una conversación.
Necesito hacerlo y no sé ni por dónde empezar a buscar.
-Bueno, estaba en Barcelona hace un par de años.
Me escribió una carta desde allí.
Si no me equivoco.
Ven.
La carta decía que estaba como director general de una empresa textil en Barcelona.
-Telas Montero.
-Sí.
No creo que sea difícil encontrar el número de teléfono.
A lo mejor está trabajando allí todavía.
-Gracias.
-Dámelas cuando le hayas encontrado.
Todo va a ir bien.
Tranquila.
-¨Y si no quiere saber nada de mí?
-Créeme si te digo que sé lo que sientes.
Pero no esperes a que sea demasiado tarde.
-Gracias, Isabel.
-Sí, creo que era el director comercial.
-Lo siento, pero desde hace dos años el director comercial es el señor Mata.
-Pero, ¨Esteban Márquez trabajó allí?
-No lo sé.
Llevo poco tiempo en esta empresa.
-Mire, señorita, para mí es muy importante encontrar a este hombre.
-Si le parece, puedo preguntar a mis superiores.
Dígame su nombre y su teléfono y le devuelvo -la llamada en cuanto pueda.
-Gracias.
Tome nota.
-No me diga que está tratando de averiguar lo que hay dentro.
-Disculpe, Don Emilio, es que creo que hay un error, porque viene con remitente de Cuba y a nombre de una tal Isabel Navarro, y aquí no trabaja nadie con ese nombre.
-Bueno, se tratará de un error.
Yo me encargo de arreglarlo.
Usted siga con su trabajo.
Sabes que podían haberte descubierto.
-Emilio ni siquiera sabía que terminaría llamándome de otra forma.
Eran de mi padre.
-Son preciosos.
-Quiero que los tenga Alberto.
Es la excusa perfecta para decírselo.
No me queda mucho tiempo.
[♪ música suave] [gritos] -Ay, por favor, por amor de Dios, !
qué susto me has dado, Ana!
Si llego a tener unas tijeras en la mano, -te las hubiese clavado.
-Pero, ¨qué haces aquí?
!
El turno terminó hace horas!
-¨Cómo?
¨Qué hago aquí?
¨Qué haces tú aquí?
-Yo pregunté primero.
-El buen jefe es el primero en entrar y el último en salir.
!
Te toca!
Yo... -¨Qué llevas ahí?
-Nada.
-¨Qué llevas aquí?
¨Qué es esto?
Ana, ¨a dónde vas con esto?
¨No estarás robando material del taller?
Pero, ¨cómo puedes acusarme de algo así?
-No sé.
Quizá porque te acabo de pillar escapando a hurtadillas del taller con unas cremalleras -que no son tuyas.
-Qué iba a devolver mañana por la mañana, en cuanto abran las tiendas -para comprarlas.
-¨Y qué vas a hacer con ellas, Ana?
No me mientas.
-Estoy cosiendo para otra tienda.
-¨Qué?
¨Qué?
-!
Calla!
¨Estás cosiendo para otra...?
¨Para otra tienda?
Lo sabía, lo sabía, lo sabía.
!
Sabía que escondías algo!
-Raúl, por favor, que si nos pillan, -nos matan.
-¨Y qué me estás pidiendo?
-¨Que sea tu cómplice?
-Sí.
Raúl, empecé a hacerlo en una época muy mala.
Lo estaba pasando muy mal.
Necesitaba llenar mi vida con algo, una vía de escape.
Y diseñando era la única manera de olvidar un poco mis problemas.
-Yo también olvidaba mis problemas así.
Ahora, justo cuando me pongo a dibujar, es cuando aparecen los problemas.
-Pero, ¨qué tontería es esa?
Viniendo de uno de los mejores diseñadores de este país.
-Ya no, Ana.
Puede ser que lo fuera, pero ya no.
Enrique me está esperando arriba y no tengo nada que enseñarle.
Estoy vacío.
Y si alguien se entera de esto, estoy acabado.
-Por mí no te preocupes.
Por mí no se van a enterar.
Te lo prometo.
Y espero que de esto tampoco.
-No, si yo... La verdad es que llevo toda la noche en el taller y no he visto a nadie.
-Ni de qué has visto mis diseños.
-Es que realmente no los he visto.
-¨Te apetece?
-¨Pero tú eres Phillipe Ray?
¨Tú eres Phillipe Ray?
Pero si yo me he estado imaginando continuamente a un gordito afrancesado con bigote.
-¨Y eres tú, Phillipe Ray?
-Pero ¨conoces a Phillipe Ray?
-Querida, todo diseñador debe conocer qué se cuece en su ciudad.
Hay que saber quién empieza a despuntar, quién cae en desgracia.
Y eso es algo que usted tendría que empezar a tener en cuenta para el futuro, señor Ray.
-¨Y qué te parece?
-¨De verdad quiere conocer mi humilde opinión, señor Ray?
-Soy todo oídos.
-Me gusta tu estilo y la ejecución es perfecta.
Enhorabuena.
Pero... Te falta ambición.
doña Aurorita de no son las de Velvet.
-Pero sueñan con serlo.
La gordita sueña con ser delgada.
La bajita sueña con ser alta.
La pobre sueña con ser rica y la rica sueña con ser más rica todavía.
Esa es la moda: soñar.
Veo tus bocetos y sé que estás trabajando duro.
Sé que estás intentando vestir a todas esas mujeres de doña Aurorita.
No lo hagas.
Piensa en una.
Solo en una.
Y te convertirás en la mejor diseñadora de este país, después de mí, por supuesto.
-Gracias.
-Mira, cuando diseñaba mis primeros bocetos lo hacía en secreto para Asunción.
Era una amiga de mi madre.
Era elegante, delgada, etérea.
Ella fue la inspiración que yo necesitaba.
-Pero Raúl, tú no necesitas musa.
Lo que te sobra es talento.
-Pero a veces el talento se duerme y hay que volver a despertarlo.
Tengo que encontrar a Asunción.
señor Ray.as, Tengo que encontrar a Asunción.
[golpes a la puerta] -Voy.
-¨Puedo pasar?
-Claro, pasa.
-¨Molesto?
-No, no.
Solo estaba leyendo.
-Puedes marcar la página en la que estabas y dedicarnos un minuto a mí y a esta botella de champán.
-¨Y esto?
-¨Ya no te acuerdas de nuestro primer brindis?
La noche de Reyes.
Además, este año tenemos mucho que celebrar.
Nuevo año, nueva colección, nueva diseñadora.
Un brindis solo.
Te lo prometo.
-Un brindis solo.
Está todo tan bonito, Alberto.
Gracias.
-Las cosas cambian, pero no pueden cambiarnos a nosotros.
Porque este año tenemos muchas cosas que compartir.
Todavía me debes una respuesta.
¨Nunca has pensado en dejarlo todo?
-Alberto.
-¨Qué?
-¨Soy el único que sueña con una vida mejor?
-No, yo también lo hago.
-Un brindis, caballeros.
-Por el reencuentro.
-Por el reencuentro.
-Pues sí que estamos bien.
-Y por esta copa.
Después de tres semanas a base de mantequilla de yak, -esto es el paraíso.
-No sabes lo que te admiro, Lucas.
No tiene que ser fácil coger la mochila y ponerse a dar vueltas por el mundo.
-Deberías probarlo.
Estoy seguro de que te iba a encantar.
Vente.
-No lo descartes.
-Lo mismo digo.
Tanta ciudad me angustia.
No te rías.
Estoy cambiando.
-¨En serio?
Díselo tú, Alberto.
-Está cambiando.
-Está cambiando.
-Mateo, por favor.
Tú eres incapaz de pasar un solo día -sin tu cera del pelo.
-Perdona.
No eres el único que tiene la capacidad de sufrimiento aquí.
-¨Lo dices por las clases de conducir?
-Es verdad.
¨Qué tal han ido?
-Sobre ruedas.
Clara es una alumna estupenda.
Y te digo que en tres días será capaz de conducir -con los ojos cerrados.
-Mateo, por favor.
A nosotros no nos puedes mentir.
Nos puedes contar la verdad.
No habéis discutido ni un poquito.
-Todo lo contrario.
Nos ha unido muchísimo más, si es que eso es posible.
-Me alegro.
Veo que sigues teniendo buena mano con las mujeres.
-Ya te he dicho antes que hay cosas que no cambian nunca.
Eso es verdad.
Bueno, Alberto, ¨qué tal?
¨Qué tal tu vida de casado?
-Otro whisky, por favor.
-Eso es que va muy bien, ¨no?
-!
Ana!
-!
Hija!
-Que no voy a subir ahí.
Que no me veo.
Te lo digo, no me veo.
-Pero si vas a estar guapísima, Rita.
Todos los clientes te lo van a querer comprar todo a ti.
-Ya verás.
-¨Parezco una profesora de matemáticas?
Si es que yo no valgo para esto.
-Y ya está.
-Lo vas a hacer fenomenal.
Además, ¨qué es lo peor que te puede pasar?
Que te devuelvan al taller, pues total, te iban a devolver igual.
Piensa que estás ensayando para un futuro en Phillipe Ray y ya está.
-Venga, que en peores plazas se ha toreado.
[♪ música animada] -Fuera.
[♪ música animada] Rita, estás guapísima.
-Gracias.
Creo que es la primera vez que me dices algo así.
-¨Nerviosa?
-Sí, mucho.
-Tú tienes mucho desparpajo.
Lo vas a hacer muy bien.
-Pero ¨sabes qué?
También estoy nerviosa por otras cosas.
-¨Por?
-Tienes un minutito -para hablar?
-Sí, sí, sí.
-Es sobre tu boda y lo de que... ya sabes, lo de que no, no os podéis casar.
-Ah, bueno, bueno.
Rosa María tiene un disgusto.
-Yo realmente... -Pedro, por favor, deja que te lo diga.
Pedro, es que si no... déjame que acabe, porque le llevo dando ya muchas vueltas y es importante para mí decirte esto, ¨vale?
-Vale, vale.
Pues dime, dime, dime.
-A ver, que... a veces nos equivocamos, ¨verdad?
Porque a veces uno se deja llevar por el impulso y otras veces no, y luego te quedas pensando, ¨qué hubiera pasado si yo hubiera hecho esto o lo otro?
-Te entiendo, te entiendo, pero por favor, dime, dime, dímelo ya.
-Otras veces, el impulso te puede y terminas haciendo cosas que a lo mejor no deberías, porque, porque haces daño a la gente que aprecias.
-Totalmente, totalmente.
Pero por favor, por favor, dime, dímelo.
-Lo que voy a decirte es desde el corazón, y no quiero que te enfades.
-¨Cómo me voy a enfadar?
-Me alegro porque... -Pedro.
-!
Pedro!
!
Pedro!
!
Pedro!
Resuelto el problema.
Díselo a tú, hijo.
-Que hay boda.
-¨Cómo?
-¨Cómo que nos casamos?
-Sí.
-Pero ¨habéis hablado con el padre Cosme?
-No, mujer.
Estando enfermo, me lancé a la calle y fui preguntando por las iglesias y encontré una que tiene fecha.
-No me estoy enterando, me acabo de perder.
¨Nos casamos aquí en Madrid?
-Sí, bueno, es que era eso o casarnos -dentro de un año en el pueblo.
-¨Y qué se viene todo el pueblo aquí a Madrid.
Mi familia, mi familia odia Madrid.
-No te preocupes, porque no les va a dar tiempo.
-¨Por qué?
- Os casáis mañana.
-¨Mañana?
Mañana son Reyes.
Mañana no podemos casarnos.
Mañana son Reyes, Manolito.
-Son Reyes Magos.
-¨Qué mejor regalo para nuestro Manolito?
-Me tengo que ir.
-Oye, Rita, te quiero en primera fila, ¨eh?
-Ponte guapa.
-Rita.
Rita.
¨qué me ibas decir?
Por favor, dímelo, dímelo.
-¨Cómo te vas a casar mañana?
-Pues, casándome primo, casándome en una iglesia.
-Un cura, un monaguillo.
-Lo que haga falta.
Menos con lo que más falta hace.
-Tengo el anillo.
-El amor, primo, el amor.
Que tú A Rosa Mari no la quieres.
-La tendré que querer de alguna forma.
-Primo, es la madre de mi hijo.
-Ya, pero no es Rita.
-Ya, pero es que a mí, a mi Rita no me quiere.
-!
Jonás!
!
Jonás!
Pónganse en la fila con sus compañeros.
¨Se puede saber a qué se debe esa cara de carnero degollado?
-No.
Yo estoy, yo estoy muy bien.
Estoy en mi mejor momento.
Vaya.
-Mañana me caso.
-¨Mañana?
-Mañana.
¨Usted puede ser mi padrino?
-Es una gran responsabilidad.
¨Está seguro de qué es lo que quiere?
-Es que no se me ocurre nadie más responsable que usted.
Así que, muchas gracias, Don Emilio.
-Pedro.
-Dígame.
-Todavía no le he dicho que sí.
-Pero usted no me puede decir que no.
No diga que no.
[♪ música de navidad] -¨Raúl?
-¨Es usted Asunción?
-La misma.
-¨Quiere sentarse?
-Claro.
-El gran diseñador Raúl de la Riva.
La última vez que te vi eras un crío enclenque, y mírate ahora, todo un diseñador de éxito.
Mientras que el resto de niños le daban patadas al balón, tú te pasabas la vida viendo viejas revistas de moda de los años 20.
Dibujabas una y otra vez a esas mujeres preciosas con esos collares larguísimos de perlas.
-Sí, estaba obsesionado con ese estilo.
Los flecos, las boas.
-Todas esas mujeres dibujadas con esos sombreros preciosos.
-Todas esas mujeres eran usted.
-Siempre decías eso, y yo miraba aquellos dibujos y esas mujeres con esas piernas tan largas, tan esbeltas.
Raúl, esa mujer no era yo.
Estaba dentro de ti.
Ya me habría gustado a mí tener esa figura, pero yo siempre he sido como me ves ahora.
-Asunción.
-Dime.
-Usted no solo fue mi inspiración en mi infancia, lo sigue siendo ahora.
Gracias, muchas gracias.
Muchas gracias.
Me gusta el sombrero.
-Hombre, Raúl de la Riva, cuánto tiempo.
-Lo sé.
Sé que teníamos una cita y no subí, y lo siento.
Lo siento de verdad.
-Me decepcionas, Raúl.
Aunque la culpa es mía por haberme creado tantas expectativas.
-Pero no se ha equivocado haciéndolo.
Y se dará cuenta cuando le enseñe lo que estoy preparando.
-Usted dirá.
-¨Dos días?
Necesito dos días y tendrá la mejor colección que haya visto jamás.
¨Dos días?
-Dos.
-No se arrepentirá, se lo juro.
[♪ música de navidad] -Carlos.
Compras navideñas de última hora.
No te preocupes.
A mí me pasa lo mismo.
Por favor, trabajo en unas galerías y todavía no le he comprado el regalo a mi mujer.
-¨Puedes creértelo?
-La verdad es que no.
Hace semanas que tengo el regalo de Ana.
-¨Qué le has comprado?
A lo mejor me das alguna idea.
-Es una sorpresa.
-No te preocupes.
Sé guardar los secretos.
-No, eso lo sé.
-¨Cómo?
-Ana me confesó que tú y ella fuisteis novios.
Me habló de una relación que tuvo con la que había sufrido mucho, pero no me dijo que fuera con su jefe.
-Si no te ha dicho nada, es porque no te quiere preocupar.
-¨Pero por qué iba a preocuparme?
Si de eso hace mucho, ¨no?
ormas, tú ahora estás casado y ella me tiene a mí.
-Me alegro, Carlos.
No más que yo.
-¨Nos vemos esta noche?
-¨Perdona?
si no te importa.
Cristina me ha invitado a mí y a Ana a probar ese magnífico roscón.
-Ana.
-Hola, Alberto.
-Hola, Ana.
Nos vemos esta noche.
-¨Esta noche?
¨Por qué?
-Cristina nos ha invitado a una fiesta de Reyes en su casa.
-¨Y te apetece ir?
-Claro, ¨por qué no?
Lo mejor en estos casos es actuar con normalidad.
Y si tú lo has conseguido, ¨por qué no iba a hacerlo yo?
-Me alegro que lleves tan bien que Alberto y yo -hayamos estado juntos.
-Eso no cambia nada.
Simplemente le pongo cara al tipo que te hizo tanto daño.
¨Tú lo has superado, verdad?
-Sí.
-Pues ya está.
No hace falta darle más vueltas.
[golpes a la puerta] -Adelante.
-Don Alberto.
-Hola, doña Elena.
-¨Puedo hablar con usted un momento?
-Sí, por favor.
Siéntese.
Usted dirá.
-Bueno, esto es para usted.
-¨Para mí?
-Felices Reyes.
¨Y por qué?
-Bueno, por todo.
No sé, porque gracias a usted estoy trabajando y porque tengo una vida otra vez y una ilusión.
-No sé qué decir.
-No diga nada, ábralo, ande.
-Son preciosos, doña Elena.
Pero esto tiene que haberle costado un dineral.
-Eran de mi padre.
-¨De su padre?
-Se llamaba Alberto.
En muchas cosas, usted me recuerda a él.
-Pero si eran de su padre, no... tiene que tenerlos alguien de su familia.
No los puedo tener yo.
-Alberto... -Perdón, no sabía que estuvieran reunidos.
-Disculpa, Ana, ¨nos puedes esperar fuera?
-Claro.
-No, no, no, no, es que yo ya me voy.
Seguiremos hablando en otro momento.
-Muchas gracias, doña Elena.
-¨Va todo bien?
-Me los acaba de regalar.
-¨Son preciosos?
-Eran de su padre.
[golpes a la puerta] -¨Sí?
-Doña Elena, ¨puedo pasar?
-Sí, claro.
Pasa hija.
Venía a disculparme, interrumpí en su conversación con Alberto y me dio la impresión de que no había llegado en buen momento.
-No pasa nada, hija.
-Me enseñó los gemelos que le regaló.
-Son preciosos.
-Sí, sí que lo son.
Por eso quería que los tuviera mi hijo.
-Ana, soy la madre de Alberto.
-La madre de Alberto murió cuando él era un niño y se llamaba Isabel.
-Isabel Navarro, soy yo.
Y llevo todo este tiempo haciéndome pasar por otras personas para estar cerca de mi hijo.
-¨Pero por qué?
¨Por qué hicieron pensar a todo el mundo que estaba muerta?
-Es una historia muy larga.
Cuando el padre de Alberto, Rafael, se vino para ampliar el negocio aquí y montar las Galerías Velvet, conoció a Gloria.
Regresó a Cuba al cabo del tiempo para dejarme y yo ya tenía a mi hijo Alberto.
zo creero quitó e hi a todos que yo estaba muerta.
-¨Y ha estado allí todo este tiempo?
-Claro, ya se las arregló él para que yo no saliera de Cuba.
Así que cuando supe que había muerto, hice las maletas y me vine para acá.
Si no llega a ser por tu tío... -¨Mi tío lo sabía?
-Claro, Ana.
Somos amigos de toda la vida.
Así que te pido que me guardes este secreto, que sea entre las dos, porque quiero ser yo quien se lo diga.
-¨Por qué no me lo contó?
Que doña Elena es la madre de Alberto.
-¨Y tú cómo te has enterado?
-Ella misma me lo ha dicho.
¨Cómo ha podido engañar a todo el mundo durante todo este tiempo?
-Eso es algo entre Isabel y Alberto.
A ti no te incumbe, Ana.
-Se da cuenta de que llevamos toda la vida alimentando una gran mentira.
-¨Tú qué habrías hecho?
-No lo sé.
Lo que fuera.
Pero, ¨qué clase de hombre puede separar a una madre de su hijo?
Don Rafael era un monstruo, pero usted, ¨cómo ha podido ayudarle todos estos años?
Isabel lleva meses en estas galerías fingiendo ser una persona que no es, engañándonos a todos, incluido su hijo.
¨Por qué?
¨Por qué no dijo la verdad desde el principio?
-Ella no te ha dicho nada.
-¨Decirme el qué?
-Isabel se está muriendo.
-Clara.
-Lucas.
¨Qué haces tú por aquí?
-Eso me gustaría saber a mí.
No tengo ni idea de qué comprarle a mi madre y mis tías.
Estoy un poco sorprendido.
Esto es carísimo.
-Bueno, ¨y qué esperabas?
Esto es alta costura.
-Si Mateo te compra todos tus regalos aquí, debes estar muy contenta.
-Sí, sí.
Contento me tiene.
-¨Por?
¨Ha pasado algo?
¨No fueron bien las clases de conducir?
-Prefiero no hablar del tema.
-Vale, si no quieres.
-No es que fueran mal, es que fueron fatal.
Y cómo van a ir si durante toda la clase me ha tenido ahí como si yo fuera una inútil.
-Vaya, lo siento mucho.
-Sí, más lo siento yo, que no sé si voy a ser capaz de volver a coger un coche.
ualmente hoy voy a hacer unas fotos al campo.
Si quieres, cuando acabes, podemos ir a dar unas clases.
Mi coche es una carraca viejísima, pero bueno, para empezar, todavía le quedan algunos kilómetros.
-¨Entonces lo decías en serio?
¨Harías eso por mí?
-Claro que sí.
-Muchas gracias, Lucas.
No sé cómo compensártelo.
-Puedes ayudarme a encontrar los regalos de mi madre y mis tías.
-Hombres, ahora que yo con ellas no sé si voy a acertar.
-Seguro que sí.
-Sígueme.
-Muy bien.
Muy bien.
Espera.
Gira hacia el otro lado.
Un poquito más por allá.
Ahí.
-Muy bien.
-!
Qué vergu enza!
-Esto no es lo mío.
-¨Qué dices?
Lo estás haciendo muy bien.
Clara, estás guapísima con esta luz.
-¨Pero no íbamos a conducir?
-¨Eh?
Ah, sí.
Sí, sí, sí.
Perdona, que... es que me he dejado llevar.
-¨Empezamos?
-Sí.
-Vale.
-!
Uy!
Al revés.
-Perdón.
-Allá voy.
-Todo tuyo.
!
Arranca!
-¨Pero así, sin más explicación?
¨No me vas a contar lo del embrague?
-Las marchas y los espejos.
-¨Embrague, marchas, espejos?
¨Sabes que existen?
¨No?
Suficiente.
Venga.
Clara, puedes conseguir todo lo que quieras.
Solo tienes que confiar en ti.
Y ahora acelera.
!
Frena, frena!
[estruendo] -!
Madre mía!
!
Madre mía!
!
Qué vergu enza!
Lucas, Lucas, lo siento.
-No, no, no, no, no.
Bueno, no pasa nada.
Todo el mundo comete errores.
-¨Errores?
Si llego a estrellar el coche de Mateo, me mata.
-Ya, pero es que yo no soy Mateo.
-Lo siento, Lucas.
Pues habrá que conseguir una grúa, ¨no?
-Sí.
[timbre telefónico] -Galerías Velvet.
-Le llamo de Telas Montero.
Estoy buscando a doña Blanca Soto.
-¨Quién ha dicho que le llama?
-Satisfecho con las telas que le he mostrado.
-Mucho la calidad de las sedas.
-Doña Blanca, acaban de llamarla por teléfono.
-Gracias.
-Pasaba por allí y me tomé la libertad de coger el recado.
Era una de las secretarias de Telas Montero.
Me piden que le diga que no saben cómo localizar a Don Esteban Márquez.
Doña Blanca, después de todo el daño que le hizo, ¨por qué quiere volver a verle?
-E l no fue el culpable de lo que le pasó.
Rafael hizo de todo para librarse de Esteban.
E l se enteró del embarazo mucho más tarde, o ya no había remedio.
-Eso no es posible.
Rafael no pudo ser capaz de hacer eso.
-Rafael era capaz de hacer cosas mucho peores y tú lo sabes.
-Lo sé.
No hace falta que me lo recuerdes.
Pero también sé que Esteban no era de fiar.
A mí nunca me pareció una buena persona.
Es posible que Rafael le evitara un daño mayor.
-Eso no lo sabe Don Emilio.
Ni yo tampoco.
Por eso necesito volver a verle y enfrentarme a él.
Escuchar su versión de las cosas.
Por no hablar de que Don Rafael no era nadie para decidir sobre mi vida.
-Hace un año estuvo por aquí.
Quería proponerle un negocio a su hermano.
Don Rafael me ordenó que le impidiese entrar en los almacenes.
No obstante... no obstante, me entregó una tarjeta por si su hermano cambiaba de parecer.
-Gracias.
Y ahora, si me disculpan.
-Todo esto no va a traer más que problemas.
-No fue precisamente Esteban el que trajo los problemas a nuestras vidas.
-¨Rafael?
-Sí, Rafael.
Rafael te dio trabajo.
Sí, pero... ¨y todo lo que te ha ido robando por el camino, Emilio?
Abre los ojos.
E l nos ha estado manipulando y utilizando toda la vida.
No le debes nada.
Nada.
[♪ música suave] -Sí, perdón, ¨Esteban Márquez?
Esteban.
Perdona, no te había reconocido.
Ha pasado mucho tiempo.
Soy Blanca.
Blanca Soto.
-Manolito, ¨te quieres tranquilizar?
Mira, vamos a ver.
El anís y los polvorones para los Reyes y para los pajes.
La lechuga y el cubo de agua.
¨Para quién?
-Para los camellos.
-Para los camellos.
Ven aquí.
Anda.
Ven aquí.
-¨Nervioso?
-No, ¨y tú?
-Hombre, ya los mayores no nos ponemos nerviosos por estas cosas.
No.
-Que no.
Que si está nervioso por la boda de mañana.
-Sí, sí.
Sí, porque uno no se casa todos los días.
-¨Y viviremos juntos?
-Hombre, no sé.
Le tendremos que pedir permiso a don Emilio.
-¨Y si no podemos vivir aquí?
¨Tú te irías de las galerías a vivir a otro sitio?
-No lo sé, no lo sé, Manolito.
Pero lo que sí sé es que hoy es nuestra primera noche de Reyes juntos.
Pero no va a ser la última, ¨a qué no?
No.
Vamos a estar siempre juntos.
Nadie nos va a separar.
¨Me lo prometes?
¨Me das un abrazo?
Ven aquí.
Venga, vamos a dormir, que como te pille los Reyes despierto, al final no te regalan nada.
-!
Primo!
-¨Qué hace aquí el niño?
-¨Por qué...?
Porque quería pasar la Noche de Reyes con su padre.
-¨Pero qué noche de Reyes?
Para ti es otra noche.
La última como soltero.
Vente para acá.
-Primo, de verdad... ¨Tú te crees que yo tengo cuerpo para esto?
-Bueno, tenía que intentarlo, primo.
Oye, primo, yo no soy mucho de decir esas cosas porque no hablo mucho de mis sentimientos, pero... sepas que me doy cuenta de lo que te está costando esto.
-Realmente me está costando.
-Sí.
-Pero, bueno, todo lo hago por mi hijo.
Por forjar una familia porque... porque dicen que todo va a ir bien.
-Todo va a ir bien, primo.
Y que estoy aquí para lo que sea, porque eres mi primo de sangre.
Pero es que eres mi mejor amigo también, y te quiero, primo.
O sea, de hombre a hombre.
Pero te quiero.
Te quiero.
Oye, ¨te vas a olvidar de Rita y todo esto pasará?
-Buenas noches.
-Pasa Feliz Noche de Reyes.
-Igualmente.
-Carlos.
Perdón por el retraso.
-No te preocupes.
Vamos.
Señorita.
-¨Está seguro de que esto es buena idea?
-Ana, dea si tú sería mala i no hubieras pasado página.
Y lo has hecho, ¨verdad?
Porque si no lo has hecho, creo que deberíamos hablar de ello.
-No.
Sí.
Ya está.
-Bien.
Vamos a disfrutar de la cena.
-¨Y esto?
-Me apetecía.
[♪ música animada] [timbre] -Buenas noches.
-Buenas noches.
-Buenas noches, Sara.
Muchas gracias por venir.
-Gracias a ti por invitarnos.
-Alberto, ven.
-Ha llegado Sara y... -Mi marido.
-Encantado.
-Alberto Márquez y su esposa, Cristina.
-Un placer y un honor tenerle en nuestra casa.
Conozco su obra y soy una gran admiradora.
-Al menos alguien que conoce mis esculturas en este país.
-Mi marido no es muy conocido en España todavía.
-Mi arte es un tanto arriesgado para el público español.
-Por favor, estáis en vuestra casa.
-Bienvenidos.
-Gracias.
-Qué pareja tan curiosa, ¨no?
-Buenas noches.
-Buenas noches.
-Buenas noches.
-Bienvenidos.
-Gracias por la invitación.
Tenéis una casa preciosa.
-¨Verdad, Ana?
-Sí, muy bonita.
-Ana conoce la casa.
-Sí.
La invitamos cuando estaba trabajando en mi vestido de novia.
-Ana, esta noche estás... -Está preciosa, lo sé.
-Sí.
-Gracias.
-Bueno, tenemos champán, roscón.
Por favor, pasad y pasároslo muy bien.
-Gracias.
-Gracias.
-Ana.
Ana.
Ay, perdón.
¨Me la puedo llevar un momento?
-Puedes.
Puedes.
Siempre y cuando me la devuelvas.
-Muchas gracias.
Muchas gracias, Ana.
Porque he vuelto a diseñar.
He vuelto a diseñar.
He vuelto a mis raíces.
ntré mi musa, la mujer que me inspiraba -en mis primeros diseños.
-¨Ah, sí?
¨Y?
-Las musas solo existen en la cabeza, solo la tenía idealizada, porque no era ni tan alta ni tan delgada ni tan guapa como yo la recordaba, sino más bien todo lo contrario.
Pero en cuanto la miré a los ojos, me encontré conmigo mismo, con mi propia esencia.
Y apareció la luz.
Y tengo la idea.
-Pues me parece genial, porque así estoy segura de que guardarás mi secreto.
-Bueno, mis labios están sellados, siempre.
-Sí, si lo de viajar está muy bien, pero no me negarás que como en casa, en ningún sitio.
-Puede que en el Tíbet o en Guinea no tengan tantas comodidades como nosotros, pero allí cada día es una aventura.
-Así es.
-Patricia.
Todo esto que te estoy contando te interesa mucho.
-¨A que sí?
-Sí, sí, me interesa muchísimo.
-¨Sí?
¨Conoces a los Nuba?
Es una tribu muy especial.
-¨Ah, sí?
-Viven desnudos.
-¨Un poco más de roscón?
-Un trozo más y exploto.
Vigilando a tu enemiga, supongo.
-Mateo, ¨cómo es que me conoces tan bien?
-No te das por vencida, ¨eh?
-Por alguien que merece la pena, nunca.
-Bárbara.
-Mateo, simplemente disfruto viendo cómo te preocupas por mí.
No estoy acostumbrada a que nadie me cuide.
Parece que alguien le toca pagar el roscón.
-¨Quién te ha visto y quién te ve?
Antes eras el terror de las chicas.
-Deben ser cosas de la edad.
Pero vamos, que aquí cada uno tiene sus cosas, ¨no crees?
-Desde que han llegado, Carlos no para de restregarme -lo felices que son.
-Qué poca vergu enza.
Ni que fueran novios.
-¨Ah, no me vas a apoyar en esto?
-Te estoy apoyando en esto.
Voy a por una copa, vengo ahora.
-¨Me disculpas un momento?
¨Me das un trocito?
-Te lo preparo como a ti te gusta, con una guinda y un toque de chocolate.
-Todavía te acuerdas?
-Claro.
os gemelos puesto l que te regaló doña Elena.
-Es la primera vez que un trabajador me regala algo.
Me hacía ilusión.
¨Estás bien?
-Alberto, hay algo que debes saber.
-Doña Elena no es la mujer que crees que es.
-¨Cómo?
-Una fiesta estupenda, ¨verdad?
-Sí, sí, pero ya es muy tarde.
Me tengo que ir.
Gracias por todo.
-¨Ana?
-Si la presentación tiene la mitad de éxito que esta fiesta, todo irá sobre ruedas.
-Me he llevado muchas sorpresas esta noche.
No sabía que tenías marido.
-No me lo habías preguntado.
-Hola.
-¨Se divierte?
-Sí, bastante.
¨Es la primera vez que los ves juntos?
-Bueno.
-Su marido es un hombre apuesto.
Y Sara, mi mujer.
Bueno, usted ya la conoce.
Trabajando tan cerca el uno del otro, era lógico que algo pasara.
-¨Perdón?
-Su marido y mi mujer.
Sara puede hacer lo que quiera.
Nosotros tenemos una relación abierta.
Y me imaginé que ustedes también.
-No, yo no.
-Ay, perdón.
Creí que lo sabía.
-¨Mi marido...?
-No hay nada malo en ello.
Nadie puede vivir encadenado a una sola persona.
-Señoras, señores, damas y caballeros, quisiera hacer un brindis por los anfitriones de esta fiesta, que han conseguido que por primera vez en mi vida, la Navidad no me resulte tan terrorífica.
Por los tres Reyes Magos y las migas de doña Concha.
-Perdón.
[♪ música de navidad] -Dime que no te has acostado con Sara Ortega.
!
Basta!
No quiero oír ni una palabra más.
-Sabía que esta historia iba a acabar mal.
-Fue un error.
La noche no tenía que haber terminado así.
-Mateo, ¨qué haces tú aquí?
-Vengo a recogerte para llevarte a la iglesia.
-Pero, ¨tú qué te has creído?
No voy sola.
Tengo una cita.
-¨Una cita?
¨Con quién?
¨Mi hermano?
-¨Tú qué haces?
-Yo, pues nada.
-¨Qué voy a hacer?
-¨Vas a venir a la boda?
-Sí, voy a la boda.
Ya he tomado la decisión -y no hay más que hablar.
-Pero, ¨qué haces así?
Que la que llega tarde es la novia o el novio.
-Tú estás nervioso, primo.
-No estoy nervioso.
-Me va a dar un infarto.
-Es que es normal.
Si es que esto es cosa de machos.
-Manolito, el que se casa soy yo.
¨Quieres que entre y te ayude?
-Sonríe.
Te casas.
-Qué hora de Radio Intercontinental.
Que cómo gané el concurso, quieren que vuelva a cantar en San Valentín.
-Pero, Luisa.
-¨Quieres contarme algo?
-Voy a ver a Esteban.
-Tenga cuidado.
-Usted dirá.
-No me llamo Elena.
Soy Isabel Navarro.
Soy tu madre, Alberto.